Caminaba a través de los muros de concreto, recorriendo habitaciones, visitando casas.
Le gustaban las casas vacías, aquellas que le susurraban mediante ecos, aquellas que le recitaban historias pasadas.
Brillaba, coquetamente bailaba entre las luciérnagas, nadie la veía, nadie la percibía hasta que entraba en los sueños y los cambiaba, los hacía negros o de colores o eternos o efímeros.
Se reía, sonreía, jugaba, se divertía volando de un lado a otro cambiando percepciones, cambiando ideas a través de sueños.
No era buena, ni mala, no era cualquiera, simplemente era ella. Ella irrumpiendo corazones para estrujarlos, desmembrarlos, torturarlos hasta el último suspiro para hacerlos aprender a sentir, para sensibilizarlos o hacerlos fuertes.
Era ella y la vida, una pesadilla, un reencuentro, una estrella, el cosmos y una amiba, ella era un conjunto, un cúmulo de existencia perdida, la que no se encuentra con los ojos.
Nadaba en el aire mientras cantaba. Cantaba canciones hechas de versos que le susurraban las casas abandonadas, canciones de historias pasadas predicando el futuro, porque al final, todo es un ciclo y ella no tenía miedo.
Todo es un ciclo y ella sabía que si moría renacería cualquier día en cualquier sueño, en cualquier risa, en cualquier destello de vida.
viernes, 11 de julio de 2014
miércoles, 7 de mayo de 2014
Instante
El auto se detuvo frente a ella.
Ella temblaba, sentía miedo,sabía que había caído en la sentencia del destino y ella sola se había colocado ahí.
Miró instintivamente a su la rededor pero no había nadie, ellos lo sabían, ellos ya lo habían anticipado, ellos eran los mejores y por eso ella tenía miedo.
Al final de la vida el último suspiro de instinto te hace buscar una supervivencia; pero ella actuó tarde, su instinto llegó tarde, se había dictado conscientemente a esperar y aceptar las consecuencias, mientras el instinto le dictaba correr, le temblaban las piernas pero estaba dispuesta.
Su instinto le dicto moverse y se movió, pero no había espacio y sólo pudo dar un paso atrás, se detuvo en la pared mientras una pistola a cargo de una mano cualquiera le apuntaba y le disparaba.
Sentir no pudo, recordar tampoco, sólo hubo un instante de piernas temblorosas, instinto tardío y decisiones conscientes.
jueves, 1 de mayo de 2014
Resistencia
Es entristecedor
pero se vuelve a levantar después de las heridas, apenas con un suspiro de
vida.
Deja las reflexiones
para un momento de decoro y se arrastra hacia la esperanza instintiva, hacia el
vínculo inhumano de las ganas de vivir.
Se enfrenta a él
mismo, sin ayuda más de la que le proporciona la razón.
Lucha, en momentos
se doblega ante la desesperación y la desesperanza, deseando tener la fuerza
suficiente para darse por vencido y descansar.
Pero los hilos de la
vida lo manejan, lo obligan a luchar, lo guían al martirio del esfuerzo que
suponen las ansias inconscientes del deseo a la vida.
Se rinde pero
continúa, se somete ante el denuedo de vida, se deja y se impulsa con mayor
energía pero con menor valor.
Se convence y se
deja llevar por los hilos invisibles de una existencia débil de una vida
caduca.
miércoles, 23 de abril de 2014
Tocar el Cielo
Trataba de llegar a las nubes, quería tocar las estrellas.
Subió y subió.
No tenía miedo, no miraba hacia abajo, solo veía la noche, y siguió subiendo.
Al fin llegó a la cima pero no fue suficiente; estiró sus brazos, abrió sus manos, pero sólo tocó el viento, sólo el viento acarició sus manos.
Puso sus pies en punta, se estiró lo más que pudo, volteó la cabeza hacia arriba, pero de nuevo sólo el viento tomó sus manos.
Se estiró y se estiró.
Su vista hacia el cielo, sus pies en el suelo, sus manos tocando el viento.
Su vista hacia el cielo, sus pies en la orilla, sus manos tocando el cielo.
Se movía y se movía.
Su vista hacia el cielo, su cuerpo cayendo, sus manos alcanzando las estrellas.
Subió y subió.
No tenía miedo, no miraba hacia abajo, solo veía la noche, y siguió subiendo.
Al fin llegó a la cima pero no fue suficiente; estiró sus brazos, abrió sus manos, pero sólo tocó el viento, sólo el viento acarició sus manos.
Puso sus pies en punta, se estiró lo más que pudo, volteó la cabeza hacia arriba, pero de nuevo sólo el viento tomó sus manos.
Se estiró y se estiró.
Su vista hacia el cielo, sus pies en el suelo, sus manos tocando el viento.
Su vista hacia el cielo, sus pies en la orilla, sus manos tocando el cielo.
Se movía y se movía.
Su vista hacia el cielo, su cuerpo cayendo, sus manos alcanzando las estrellas.
jueves, 17 de abril de 2014
Vértigo
Ella pensó que todo había pasado, que no había nada que temer,
sólo había sido una pesadilla.
Se probó a sí misma, dio unos cuantos pasos hacia adelante y se
detuvo, retrocedió, se frotó las manos con nerviosismo, se mordió el labio, su
pelo negro y su falda roja ondeaban con el viento; respiró profundamente, vio
el horizonte, le dio pánico, no había nadie, sólo ella, sólo el viento;
miró hacia el cielo, le dieron nauseas, era azul con nubes blancas, un
clima estupendo.
Se arrepintió de nuevo y hecho a correr hacia el otro lado, pero
algo la detuvo en seco, no, no podía dar marcha atrás, era una decisión tomada,
que importaba lo demás, que importaba el miedo.
Dejó de pensarlo, su corazón latió con fuerza, se armó de valor,
cerró los ojos, comenzó a correr, abrió los brazos y se hecho al precipicio.
martes, 15 de abril de 2014
Sábanas
Se metió debajo de las sábanas
para averiguar de qué estaban hechos los sueños.
Cerró los ojos y se dejó ir
navegando en un mar de sábanas.
Nadó de aquí para allá, se
construyó un bote de almohadas para abarcar más espacio, miraba hacia babor y
no encontraban más que sábanas, volteaba a estribor y de nuevo sábanas, giraba
la cabeza hacia popa y otra vez sábanas, se cansó de remar y se sentó en la
proa resignada a no ver más que sábanas.
Estaba a punto de desertar, de
tirar la toalla y regresar a su cama, cuando de pronto, sin percatarse
demasiado, surgió una neblina que empezó a cubrir la pequeña embarcación.
Ella no le prestaba mucha
atención, seguía concentrada en el tumulto de sábanas, cuando de entre ellas,
empezaron a asomarse peces de colores, burbujas, luces, arcoíris, pájaros,
nubes… entonces se dio cuenta que su embarcación ahora era de dulces, gomitas y
caramelos, todos unidos para formar un pequeño barco.
El mar ya no era de sábanas, era
de agua, tan cristalina que apenas se percibía, y a través, podía ver a los
peces, peces comiendo plantas, plantas hechas de dulce, un mundo submarino
coloreado.
Y las aves, aves cazando peces,
peces que comen dulces.
Estaba extasiada, llena de
felicidad.
Tocaba el agua, los peces se
acercaban, le tocaban los dedos, le sonreían, ella les devolvía la sonrisa y se
reía de manera hilarante.
Se levantó sobre el pequeño barco
para averiguar si podía ver algo más alrededor, pero perdió el equilibrio y cayó
al agua.
Trató de respirar pero no pudo,
no lo necesitaba.
Nadó hacia el fondo, saludó a
todo tipo de peces, comió todo tipo de plantas y se dejó ir con la corriente.
Bailó con una mantarraya, cantó
con una ballena, comió con un cangrejo y saltó la cuerda con una estrella de
mar.
Se divertía mucho, pero sintió la
necesidad de volver a la superficie. Subió y subió, se despidió de todos,
prometió volver.
Cada vez se acercaba más, podía
ver el sol en lo alto ya las aves volando, acariciaba a las aves, tocaba las
nubes, bebía los colores del arcoíris.
Comenzó a cansarse, se posó en
una nube, cerró los ojos, comenzó a caer, tuvo miedo, pero lo perdió y disfrutó
la caída, pensó que regresaría al agua, pero al aterrizar sintió algo suave,
acolchado, cómodo, las sábanas habían vuelto.
Se enojó, se resignó, cerró los
ojos.
-¿Entonces pequeña? ¿De qué están
hechos los sueños?
-De sábanas
domingo, 6 de abril de 2014
Sueño
No era la primera vez, ya llevaba
una semana que lo veía en mis sueños, no me hablaba, pero me miraba de una
manera diferente a los demás.
Al principio no lo presté
atención pero su mirada empezó a ser recurrente, me atraía, esos ojos cafés,
sin ningún rasgo en particular, sólo el poder de hacerme sentir que podía
desnudar mis pensamientos y descubrir que pensaba en él continuamente.
No se aparecía en las pesadillas
pero sí en los sueños que seguían para reconfortarme, para hacerme sentir
segura, sólo con una mirada…
Quería hablarle, tocarlo,
preguntarle por qué irrumpe mis sueños de esa manera, y pedirle que no dejara
de hacerlo.
Una semana enamorada de unos
ojos, viendo pero no observando más que sus ojos, aunque poco a poco se hizo
más presente y después de la segunda semana lo soñaba despierta y ansiaba la
hora de dormir para poder verlo, me encantaba, me tranquilizaba y sin darme
cuenta el sueño acababa demasiado pronto.
Era alguien diferente,
simplemente era él, y me encantaba como era, no sabía si lo amaba, pero sí
estaba enamorada, enamorada como no lo había estado, era algo irreal pero no
inalcanzable.
No recuerdo cuando pero sin
pensarlo ni predisponerlo me habló y los siguientes sueños fueron los mejores.
No sé cómo empezó la conversación
de esa noche pero recuerdo que lo último que me dijo fue: “Eres muy especial y
quiero decirte que te amo” yo no podía creerlo, lo abracé, no quería que el
momento acabara pero desperté.
La siguiente noche no apareció,
ni la siguiente, ni la siguiente, y yo lo extrañaba, lo anhelaba, lo pensaba
antes de dormir y gritaba su nombre en sueños pero él no aparecía.
lunes, 31 de marzo de 2014
Ella y Él
Ella:
¿Te puedo decir algo?
Él:
Claro.
Ella:
Se lo tomé prestado a alguien más pero es que eso siento.
Él:
Vamos, dilo.
Ella:
"Pero te quise, y te quiero, aunque estemos destinados a no
ser". Julio Cortázar
Él:
Pero yo no te quiero.
Ella:
Ya lo sé pero no voy a limitar mis sentimientos sólo por eso.
Él:
Pero es que no te puedo corresponder.
Ella:
Pero es que no espero que lo hagas.
Él:
Entonces ¿por qué me lo dices?
Ella:
Porque si no lo hago se me queda atorado en el alma.
Él:
Pero a mí se me queda atorado en la cabeza.
Ella:
Pues dilo a alguien más.
Él:
No le puedo decir a una persona lo que no siento por alguien más
Ella:
¡Claro que puedes! Dilo cuando lo sientas.
Él:
Pero no puedo simplemente ir por ahí regalando “te quieros"
que eran para mi.
Ella:
Entonces guárdalo.
Él:
¿En dónde? No quiero que esté divagando en mi cabeza haciéndome
sentir culpable y mal. No es que no sienta nada por ti pero simplemente no te
quiero; te estimo, te tengo cariño, pero no siento que realmente te quiera.
Ella:
Entonces guárdalo. Guárdalo en una caja con candado para que nadie
te lo robe y lo puedas sacar cuando más lo necesites, cuando te sientas solo,
desolado o abandonado. Guárdalo en una bolsa, así no te sentirás responsable de
él y lo podrás desechar cuando gustes. Guárdalo en una maleta, para que esté
destinado a viajar contigo o para que te sientas con la libertad de mandarlo a
viajar lejos. O si quieres y estás dispuesto, guárdalo en tu corazón para que
ayude a tu cariño a crecer y quizá algún día puedas devolvérmelo quizá
como amor.
domingo, 30 de marzo de 2014
Columpios y Resbaladillas
Se acostó sobre el pasto a
observar las estrellas, se preguntaba si habría resbaladillas y
columpios en otro planeta, si habría alguien en una de esas estrellas mirando
el espacio igual que él, haciéndose preguntas irrelevantes sobre columpios y
resbaladillas en vez de preocuparse por algo realmente importante como la renta, el trabajo o el dinero.
Viajó estrella por estrella y
recorrió todas las que pudo hasta que ya no le quedó fuerza en los ojos, pero aún había fuerza en sus preguntas, entonces, con los ojos cerrados siguió
viajando por las estrellas, saltando de una a otra, tomándolas, abrazándolas…
Se sentaba sobre un puñado de
estrellas juntas y se mecía de atrás hacia adelante, cada vez más alto. La
adrenalina lo invadía y se emocionaba, se detenía y volvía a empezar, la
experiencia podía ser eterna pero tuvo que detenerse para seguir navegando por
el universo.
Iba de aquí para allá, volaba,
nadaba, corría… resbaló… sintió la caída sostenida igual que en una
resbaladilla; alzó los brazos, cerró los ojos… despertó.
Su corazón se desbordaba, se
sentía emocionado, lleno de júbilo, extasiado, feliz…
Entonces lo decidió, de ahora en
adelante se dedicaría a eso; dejaría esas cosas importantes, dejaría su trabajo para dedicarse a soñar con
estrellas y universos llenos de columpios y resbaladillas.
El Inicio
No sé si es correcto decir que tengo una mente perturbada, creo que simplemente tengo tantos pensamientos atorados que si no salen colapso, tengo palabras pegadas en la mente que se revuelven una y otra vez formando oraciones, formando párrafos, formando historias; historias que no puedo dejarse añejar por mucho tiempo porque si no, se pudren.
Inicio éste como método de cultivo a mis palabras y mis pensamientos, para que no se pudran en mi mente.
Inicio éste como método de cultivo a mis palabras y mis pensamientos, para que no se pudran en mi mente.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)