miércoles, 23 de abril de 2014

Tocar el Cielo

Trataba de llegar a las nubes, quería tocar las estrellas.

Subió y subió.

No tenía miedo, no miraba hacia abajo, solo veía la noche, y siguió subiendo.

Al fin llegó a la cima pero no fue suficiente; estiró sus brazos, abrió sus manos, pero sólo tocó el viento, sólo el viento acarició sus manos.

Puso sus pies en punta, se estiró lo más que pudo, volteó la cabeza hacia arriba, pero de nuevo sólo el viento tomó sus manos.

Se estiró y se estiró.

Su vista hacia el cielo, sus pies en el suelo, sus manos tocando el viento.

Su vista hacia el cielo, sus pies en la orilla, sus manos tocando el cielo.

Se movía y se movía.

Su vista hacia el cielo, su cuerpo cayendo, sus manos alcanzando las estrellas.

jueves, 17 de abril de 2014

Vértigo

Ella pensó que todo había pasado, que no había nada que temer, sólo había sido una pesadilla.
Se probó a sí misma, dio unos cuantos pasos hacia adelante y se detuvo, retrocedió, se frotó las manos con nerviosismo, se mordió el labio, su pelo negro y su falda roja ondeaban con el viento; respiró profundamente, vio el horizonte, le dio pánico, no había nadie, sólo ella, sólo el viento;  miró hacia el cielo, le dieron nauseas, era azul con nubes blancas, un clima estupendo.
Se arrepintió de nuevo y hecho a correr hacia el otro lado, pero algo la detuvo en seco, no, no podía dar marcha atrás, era una decisión tomada, que importaba lo demás, que importaba el miedo.
Dejó de pensarlo, su corazón latió con fuerza, se armó de valor, cerró los ojos, comenzó a correr, abrió los brazos y se hecho al precipicio.

martes, 15 de abril de 2014

Sábanas

Se metió debajo de las sábanas para averiguar de qué estaban hechos los sueños.

Cerró los ojos y se dejó ir navegando en un mar de sábanas.

Nadó de aquí para allá, se construyó un bote de almohadas para abarcar más espacio, miraba hacia babor y no encontraban más que sábanas, volteaba a estribor y de nuevo sábanas, giraba la cabeza hacia popa y otra vez sábanas, se cansó de remar y se sentó en la proa resignada a no ver más que sábanas.

Estaba a punto de desertar, de tirar la toalla y regresar a su cama, cuando de pronto, sin percatarse demasiado, surgió una neblina que empezó a cubrir la pequeña embarcación.

Ella no le prestaba mucha atención, seguía concentrada en el tumulto de sábanas, cuando de entre ellas, empezaron a asomarse peces de colores, burbujas, luces, arcoíris, pájaros, nubes… entonces se dio cuenta que su embarcación ahora era de dulces, gomitas y caramelos, todos unidos para formar un pequeño barco.

El mar ya no era de sábanas, era de agua, tan cristalina que apenas se percibía, y a través, podía ver a los peces, peces comiendo plantas, plantas hechas de dulce, un mundo submarino coloreado.

Y las aves, aves cazando peces, peces que comen dulces.

Estaba extasiada, llena de felicidad.

Tocaba el agua, los peces se acercaban, le tocaban los dedos, le sonreían, ella les devolvía la sonrisa y se reía de manera hilarante.

Se levantó sobre el pequeño barco para averiguar si podía ver algo más alrededor, pero perdió el equilibrio y cayó al agua.

Trató de respirar pero no pudo, no lo necesitaba.

Nadó hacia el fondo, saludó a todo tipo de peces, comió todo tipo de plantas y se dejó ir con la corriente.

Bailó con una mantarraya, cantó con una ballena, comió con un cangrejo y saltó la cuerda con una estrella de mar.

Se divertía mucho, pero sintió la necesidad de volver a la superficie. Subió y subió, se despidió de todos, prometió volver.

Cada vez se acercaba más, podía ver el sol en lo alto ya las aves volando, acariciaba a las aves, tocaba las nubes, bebía los colores del arcoíris.

Comenzó a cansarse, se posó en una nube, cerró los ojos, comenzó a caer, tuvo miedo, pero lo perdió y disfrutó la caída, pensó que regresaría al agua, pero al aterrizar sintió algo suave, acolchado, cómodo, las sábanas habían vuelto.

Se enojó, se resignó, cerró los ojos.

-¿Entonces pequeña? ¿De qué están hechos los sueños?

-De sábanas

domingo, 6 de abril de 2014

Sueño

No era la primera vez, ya llevaba una semana que lo veía en mis sueños, no me hablaba, pero me miraba de una manera diferente a los demás.

Al principio no lo presté atención pero su mirada empezó a ser recurrente, me atraía, esos ojos cafés, sin ningún rasgo en particular, sólo el poder de hacerme sentir que podía desnudar mis pensamientos y descubrir que pensaba en él continuamente.

No se aparecía en las pesadillas pero sí en los sueños que seguían para reconfortarme, para hacerme sentir segura, sólo con una mirada…

Quería hablarle, tocarlo, preguntarle por qué irrumpe mis sueños de esa manera, y pedirle que no dejara de hacerlo.

Una semana enamorada de unos ojos, viendo pero no observando más que sus ojos, aunque poco a poco se hizo más presente y después de la segunda semana lo soñaba despierta y ansiaba la hora de dormir para poder verlo, me encantaba, me tranquilizaba y sin darme cuenta el sueño acababa demasiado pronto.

Era alguien diferente, simplemente era él, y me encantaba como era, no sabía si lo amaba, pero sí estaba enamorada, enamorada como no lo había estado, era algo irreal pero no inalcanzable.

No recuerdo cuando pero sin pensarlo ni predisponerlo me habló y los siguientes sueños fueron los mejores.

No sé cómo empezó la conversación de esa noche pero recuerdo que lo último que me dijo fue: “Eres muy especial y quiero decirte que te amo” yo no podía creerlo, lo abracé, no quería que el momento acabara pero desperté.

La siguiente noche no apareció, ni la siguiente, ni la siguiente, y yo lo extrañaba, lo anhelaba, lo pensaba antes de dormir y gritaba su nombre en sueños pero él no aparecía.

Pasaron años, y así como él había llegado y se había ido de mis sueños volvió a aparecer en la realidad, frente a mí; me miró de nuevo, desnudó mis pensamientos y mi alma hasta descubrir que no lo había olvidado y que seguía sintiendo lo mismo; me paralicé, pero él corrió hacia mí, tomo mi mano, me miró, me habló, y supe que la felicidad no era un sueño.