No era la primera vez, ya llevaba
una semana que lo veía en mis sueños, no me hablaba, pero me miraba de una
manera diferente a los demás.
Al principio no lo presté
atención pero su mirada empezó a ser recurrente, me atraía, esos ojos cafés,
sin ningún rasgo en particular, sólo el poder de hacerme sentir que podía
desnudar mis pensamientos y descubrir que pensaba en él continuamente.
No se aparecía en las pesadillas
pero sí en los sueños que seguían para reconfortarme, para hacerme sentir
segura, sólo con una mirada…
Quería hablarle, tocarlo,
preguntarle por qué irrumpe mis sueños de esa manera, y pedirle que no dejara
de hacerlo.
Una semana enamorada de unos
ojos, viendo pero no observando más que sus ojos, aunque poco a poco se hizo
más presente y después de la segunda semana lo soñaba despierta y ansiaba la
hora de dormir para poder verlo, me encantaba, me tranquilizaba y sin darme
cuenta el sueño acababa demasiado pronto.
Era alguien diferente,
simplemente era él, y me encantaba como era, no sabía si lo amaba, pero sí
estaba enamorada, enamorada como no lo había estado, era algo irreal pero no
inalcanzable.
No recuerdo cuando pero sin
pensarlo ni predisponerlo me habló y los siguientes sueños fueron los mejores.
No sé cómo empezó la conversación
de esa noche pero recuerdo que lo último que me dijo fue: “Eres muy especial y
quiero decirte que te amo” yo no podía creerlo, lo abracé, no quería que el
momento acabara pero desperté.
La siguiente noche no apareció,
ni la siguiente, ni la siguiente, y yo lo extrañaba, lo anhelaba, lo pensaba
antes de dormir y gritaba su nombre en sueños pero él no aparecía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario